Como me gustaría vivir la Semana Santa de Sevilla, pero por el momento no va a poder ser, como ya sabéis mis seguidores pertenezco a la Cofradia Juventud Oratoriana de San Felipe Neri de Palma de Mallorca, por lo que estos días procesiono por mi ciudad, y mi visita a la ciudad hispalense, fue una visita relámpago e imprevista que a primeros de diciembre después de nuestra cena en Diverxo - Madrid, decidimos coger el Ave y plantarnos en Sevilla; comer, hemos comido, pero mas bien hemos {tapeado}, dos días escasos no dan para mucho, pero en esta pequeña escapada hemos descubierto, como dice la canción que "Sevilla tiene un color especial", y que nos encanta pasear por sus calles y tapear (acción de comer de tapas, -creo que me acabo de inventar este verbo).
Casi toda España estaba con paraguas en mano y a nosotros la capital hispalense nos recibe con el arco iris reflejado en la fuente de la Plaza de España.
Es fácil cerrar los ojos y - oler a azahar con sus naranjos en flor, volver a cerrarlos y -sentir el solemne silencio de las procesiones de Semana Santa, solo roto por las saetas.
El -no me estreses, y -el salero andaluz estaba presente en el aire que respirabamos, lo que nos hacía bien para relantizar un poco nuestras vidas diarias.
Un variado de fritos nos zampamos nada mas llegar en una de las tabernas con vistas a la Antigua Fábrica de tabaco.
Y para desayunar un clásico "churros con chocolate", aunque tengo que decir que seguramente no estuvimos en el mejor sitio, una cafetería al lado de la Giralda, en una próxima visita nos informaremos con tiempo, también se aceptan recomendaciones.
Con un día tan explendido, nos recorrimos desde el puente de Triana hasta la Torre del Oro, donde cruzamos el Guadalquivir y bordeamos el barrio de Triana disfrutando de las espectaculares vistas a
la Capital, hasta que llegamos al Faro de Triana, donde decidimos probar las gambas de Huelva, muy buenas, pero sin querer entrar en polémicas, y sin dejar ni una en el plato, preferimos nuestra preciada gamba roja de Sóller, el cazón adobado -buenísimo, y para beber: jooooo! Todo el mundo caña en mano y -a mi sin gustarme la cerveza, ainsssss... pero no pasa NA! con una buena "manzanilla", bien pronto lo tuve solucionado.
"Tapeamos" en la terraza superior, las vistas, las tapas, el sol.... ES-PEC-TA-CU-LAR.
Con la barriga llena, dedicamos volver al centro haciendo el recorrido en el típico coche de caballos, disfrutando de nuevo de los colores que nos ofrecía Sevilla, y mientras, hacer la digestión un poco mejor.
Tuvimos suerte, pensamos que nos iríamos sin probar las tapas de la Bodega Santa Cruz, siempre a tope, en la barra, en las diminutas mesas dentro, en las repisas de las ventanas, en las mesas de la entrada, en la calle..., y después de probarlas, ya sabemos porque esta tan lleno, las mejores tapas que probamos, el personal "salado a mas no poder", rápidos y baratas.
Nos tomamos, unas berenjenas con miel, una pringa (no quería irme si probarla), una tortilla española espectacular, una coca-cola, una caña y un vino, por ¡6€¡, impensable en Mallorca que por un coca-cola ya te piden 2,50€, (Según el Times, seremos la ciudad mejor para vivir, pero también una de las más caras)
En La Sacristía en el casco antiguo, C/Mateo Gago, decidimos probar otras tapas, en esta ocasión los flamenquines y el rabo de toro, para mi gusto que la carne no es lo mío, el sabor era demasiado fuerte, las carrilleras buenísimas, se deshacían en la boca.
Y antes de marcharnos nos paramos en Alvaro Perejil, un pequeña Taberna también en la Calle Mateo Gago, recomendada en el blog de Carlos Herrera; nos comimos unas migas con chorizo, una ensaladilla de gambas, quisimos probar las croquetas de pringa pero no le encontramos su gracia.
Estando comiendo (intuimos que era el dueño) nos hizo una disertación sobre Sevilla, sus gentes..., sin duda el salero andaluz rebosa por todos los costados.
Una recomendación, es un poco complicado ir al baño de las tabernas, apenas puedes darte la vuelta para lavarte las manos, así que procurar ir "arreglados" para esos menesteres antes de salir del hotel.
Nos vinimos sin probar el serranito que allí mismo me dijeron como prepararlo en casa, pero seguro que me faltara el estilo sevillano que ponen, que para una mallorquina es difícil de imitar. Y tampoco pudimos visitar el Mercado Gourmet Lonja del Barranco que estaba apunto de abrir sus puertas, así que para una próxima visita, fijo, zamparnos unos serranitos, visitar el Mercado Gourmet, y... ya iremos viendo.
María.